CONCEPTUAL

El cielomoto o temblor de el cielo es un fenómeno hasta el momento inexplicable y que consta de una explosión y/o implosión en el cielo, similar o mayor al sonido provocado por un avión al romper la barrera del sonido.
El tan poco estudiado fenómeno de los cielomotos  consta de una onda vibratoria aparentemente causada por una poderosa explosión en algún lugar de la atmosfera. Aun más fugaz que la mayoría de los terremotos, no existe hoy en día fotografías o grabaciones que ayuden a determinar de qué se trata este hecho misterioso.
Este fenómeno ha sido registrado desde el siglo XIX en lugares como Reino Unido, Estados Unidos, Australia, Uruguay y  Montevideo.
 De acuerdo a versiones de personas que han vivido y presenciado este fenómeno natural se han provocado rajaduras en paredes, movimientos de suelos, explosiones parecidas a cañones, explosiones que abren y cierran ventanas. En algunos casos hay incluso hospitalizaciones, dolores de cabeza y desordenes  estomacales.
En la década de los 70, los cielomotos llegaron a ser  un tema tan engorroso para los Estados Unidos que el propio presidente Jimmy Carter ordenó una investigación oficial sobre el asunto.
Según las teorías tejidas alrededor de los sismos del aire estos se producían por:
Aviones supersónicos.
Naves experimentales.
Burbujas subterráneas de gas liberadas e la atmosfera.
Anomalías eléctricas atmosféricas.
Rompimiento de olas en zonas costeras.
Meteoritos.
Ovnis.
Cañones fantasmas de batallas pasadas.
Simples terremotos.

Cada una de las posibles explicaciones halla un desafiante inconveniente y muchos de ellos casi se descartan por sí solos. Nunca se ha visto una burbuja de gas salir de un lago, no todos los cielomotos se han presentado en zonas costeras y muchos testigos saben cómo suena las explosiones de aviones supersónicos niegan que esto se trate de algo parecido.
Aunque el fenómeno  de los cielomotos parece innegable a todas luces su misterioso origen hace que nos preocupemos por determinar el menos, qué es lo que los provoca.
Mientras tanto sólo  queda esperar pacientes, sin la más mínima certeza de cuando y donde se producirá el próximo estallido.


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